Tras el miedo al Coronavirus, llega otro aún peor: el miedo a la guerra
COLOMBIA | Comunicación | Por Víctor M Rodríguez para PrensaCDP – En medio de una andanada de noticias e informaciones que apuntaban más al desconcierto que a una información balanceada en cuanto a lo que está sucediendo en la frontera colombo-venezolana en particular y las acciones desplegadas por Estados Unidos contra Venezuela en general, en la presente jornada, desde PrensaCDP dialogamos con el activista de Derechos Humanos Vladimir Agudelo.
Agudelo integra los equipos de trabajo del Comité Permanente por la Defensa de Derechos Humanos ( CPDH) institución que tiene un poco más de 40 años en el país, encargada de desarrollar acciones de promoción y de denuncia entorno a las violaciones al derecho internacional humanitario.

La frontera entre Venezuela y Colombia ha ganado nuevamente preponderancia mediática, como la tuvo por ejemplo hace poco más de un año cuando se realizara en dicha frontera el llamado Concierto por la Paz:
“desde esta frontera se ha intentado generar desde aquí desde las supuestas ayudas humanitarias elementos para interferir o para sabotear a la Revolución Bolivariana en estos últimos días, más precisamente el pasado viernes, recibimos la información de un desembarque de militares. Vimos los helicópteros y dentro de las imagenes que se pudieron grabar había algunos militares con la bandera de EEUU en sus uniformes. A partir de esto se generaron algunas alertas, y las respuestas de las unidades militares aquí fue que era un ejercicio militar que no se podía hacer en la zona del Catatumbo; zona también fronteriza pero selvática, donde se produce la mayor cantidad de droga y que por un tema de nubosidad estaban haciendo los ejercicios en predios cercanos al batallón. Sin embargo esa cercanía es efectivamente con la frontera Colombo-venezolana, en las inmediaciones del puente de Tienditas que es un puente que no ha estado en uso ya que se construyó un poco antes de que se produjera el cierre de la frontera y lugar elegido para realizar el “famoso” concierto por la paz hace poco más de un año”.
El Comité Permanente por la Defensa de Derechos Humanos ha venido desplegando acciones de relevamiento de datos, seguimiento de casos y atención a las situaciones de las personas y familias migrantes, que cruzan de un lado a otro de la frontera:
“A partir de algunos proyectos, viendo lo que ha sido el conflicto armado que ha generado uno de los desplazamientos más grandes que tiene nuestro continente, que es la migración colombiana hacia Venezuela; ahora se ha establecido una suerte de política pública de retorno para quienes se están regresando a su país, pero no consideran que sean víctimas de desplazamiento a las personas que han salido hacia Venezuela. Ahora con el desarrollo de este proyecto nos ha permitido tener un abordaje desde el Catatumbo, que sería la región del Estado Zulia, parte Sur del Lago y parte de Machiques, hasta Arauca y Guasdualito; que es la zona de los Llanos. Hemos estado trabajando en la contención de ese desplazamiento a la inversa, osea venezolanos que se están regresando. Hay que recordar que Colombia desplegó una campaña comunicacional donde afirmaba que iba a ayudar a los migrantes venezolanos dándole incluso el estatus de refugiados cuando la realidad dice que son migrantes económicos. Ahora hemos visto como autobuses que venían desde distintos puntos de Colombia como Cali, Bogotá o Bucaramanga y nuestros cálculos indican que más de mil personas hicieron su paso ayer por la frontera. Pero no hay allí implementos humanitarios que permitan decir que Colombia está apoyando al pueblo venezolano en la Pandemia del Covid19; lo máximo que han hecho es recogerlos en esas ciudades y dejarlos allí en frontera”.

Esta situación dista mucho de lo que se vivenció tiempo atrás cuando un importante número de organizaciones se apostaran en la frontera para dar contención a los migrantes que salían en masa desde Venezuela y que era profusamente registrado por los medios de comunicación colombianos e internacionales. Sin embargo; lo que está viendo en la actual coyuntura se distancia mucho de aquella realidad, según nos lo relata Vladimir:
“en esos campamentos de apoyo humanitario, se establecieron allí para que se les diera comida y hospedaje; y esto generó una masiva llegada de Venezuela hacia Colombia como parte de su ruta de desplazamiento hacia el sur del continente. En lo personal considero que eso fue una promoción de esa migración venezolana; hoy vemos que estas mismas organizaciones humanitarias que montaron en aquella oportunidad sus campamentos, hoy no están prestando ningún apoyo para el retorno de los venezolanos. El mayor apoyo ha sido, a su llegada a Venezuela el ofrecido por los organismos venezolanos. Sin embargo sabemos la situación de bloqueo que vive Venezuela, sabemos que la situación es súmamente difícil. Por otra parte sabemos que la mayoría de los países de nuestro continente no tienen los elementos económicos para darle empleo a esta cantidad de personas. Hay una serie de crisis sociales en casi todos esos países, como Perú, Ecuador y la misma Colombia que hace que estos migrantes, que llegan desempleados, que no llegan como años anteriores con sus tarjetas de créditos y una aceptable capacidad de compra. Aquí en Colombia, sin ir mas lejos, en un país donde durante el conflicto armado se calcula que varios millones de colombianos migraron a Venezuela ahora resulta que parte de la población colombiana y sus instituciones dicen que no pueden atender a los venezolanos. Ante este panorama terrible para muchas personas, que en muchos casos han sido utilizadas por los organismos internacionales, ante la presente situación han decidido regresarse”.

Mientras todo esto sucede, desde la Casa Blanca y más precisamente el gobierno Trump, ni la crisis económica, ni social ni sanitaria parecen detener los planes de injerencismo en la región, lanzando órdenes ejecutivas para despliegues militares en la zona, amparados en el apoyo cuasi incondicional del una parte del status quo colombiano y la Casa de Nariño:
“todo esto tiene doble intención, por un lado presionar a las fuerzas armadas venezolanas para producir algún tipo de golpe militar; algo que con todo lo que ha sucedido en Venezuela no se ha dado, y lo otro sería generar una suerte de incursión militar llamada de acción rápida y vemos que estos dos escenarios están allí latentes. En la zona de frontera se ha visto una movilización de militares colombianos hacia La Guajira, algo que no se ha visto hace mucho tiempo; ya que Colombia, producto del conflicto armado que tiene, ha descuidado muchísimo la frontera. Por eso la frontera es toda una zona de siembra y producción de narcóticos, donde se aprovecha también los bajos costos de la gasolina venezolana que pasó a ser un insumo básico para la producción de narcóticos. Del lado colombiano de la frontera se concentra entre el 10 y el 12% de toda la producción de estupefacientes de Colombia. Pero también vemos que la salida Caribe, no es la ruta más común para la droga colombiana. La salida más común es la del Pacífico, desde donde llega a centroamérica y luego a Estados Unidos. Lo que nosotros vemos es que este planteamiento del gobierno norteamericano,de acusar a Venezuela de producir y distribuir droga es totalmente descarado ya que la propía DEA afirma que el 85% de la droga de Colombia sale por el Pacífico. Por lo cual el movimiento y posicionamiento de estas naves de guerra en la región no es más que una clara amenaza a la Revolución Bolivariana”.
Miedo en la frontera
Todo este escenario de guerra amplificado y mantenido desde los medios hegemónicos, se ha venido consolidando por acciones efectivas en territorio, donde a ojos vista de vecinos de sectores fronterizos se movilizan soldados, pertrechos militares, helicópteros y demás elementos que simulan escenarios de confrontación, lo que no hace más que exacerbar los niveles de inseguridad y miedo en la población:
“por lo que vemos que con todo este despliegue se ha logrado incrementar a niveles alarmantes el miedo y la zozobra en la población de la frontera, ya que en caso que se produzca un ataque a Venezuela catapultado desde Cúcuta, eso significaría la destrucción de la ciudad. Hoy Cúcuta tiene un poco más de 900 mil habitantes, y en su mayoría son personas que tienen la doble nacionalidad, y que constantemente pasan de un lado a otro de la frontera. Sería la destrucción de sus familias, la destrucción de su aparato económico. Y si pensamos que en estos momentos la mayor parte de la sociedad se encuentra confinanda, relentizado el aparato económico y ya lo que predomina es el miedo de contagiarse del Coronavirus les llega otro miedo aún peor, que es el miedo a la guerra”.
Ahora bien, tanto la sociedad civil organizada, como medios de prensa independientes y sectores politicos colombianos han alzado su voz para denunciar tanto las acciones de provocación hacia Venezuela amparadas por el gobierno y las estructuras militares colombianas, al tiempo que se pretende quitar del centro de la atención las propias falencias del estado colombiano para combatir la pandemia:
“de hecho se ha conocido en estas últimas horas manifestaciones realizadas por algunos parlamentarios, diputados y senadores de Colombia haciendo hincapié en que no podría constitucionalmente organizar o promover una intervención militar hacia otro país sin la anuencia del Congreso. Por su parte Duque afirma a medios internacionales que no está involucrado en acciones militares contra Venezuela, así como también Carlos Holmes, el canciller colombiano se manifiesta en la misma línea. Sin embargo; distintas informaciones dan cuenta que militares del Comando Sur están operando desde Bogotá. Asimismo, la Embajada de la Federación Rusa emitió una carta hacia la Cámara de Representantes donde les recuerda que una incursión armada contra Venezuela es claramente un ataque a la soberanía de un país independiente. Lo cierto es que sí hay movilización militar, el gobierno afirma que es parte de la presión psicológica en el marco del llamado cerco diplomático que ha tenido como uno de sus elementos el apoyo a un persona como Juan Guaidó a quien hoy los propios Estados Unidos lo rechazan y lo dejan por fuera de los planes de Trump para lo que llama una transición en Venezuela”.
Una violación de DDHH de larga data.
El trabajo de los defensores de DDHH en la hermana nación colombiana no nace por esta situación, ni en esta coyuntura, sino que tiene antecedentes de décadas de despliegue en territorio colombiano y en especial a las situaciones que se viven en la frontera:
“nuestros registros dan cuenta de violaciones de DDHH desde la década de los 90 por parte de los grupos paramilitares, que con la llegada al poder de Álvaro Uribe Velez el promedio de víctimas del conflicto armado aumenta exponencialmente. Siete de cada 10 víctimas del conflicto armado se constantan desde el año 2000; estamos hablando de un país que en el Registro Unico de Víctimas tiene cerca de 9 millones de personas. La mayor parte de esas víctimas son producto del desplazamiento forzado, hay que recordar que Colombia es el país con mayor número de desplazados en el mundo. Esta población ha sufrido hechos victimizantes muy marcados como la masacre de La Gabarra, como la incursión paramilitar en el Norte de Santander, pero también hay ataques militares en los años 90 y 2000 en poblaciones de Arauca; incluso luego de la desmovilización de las FARC vemos como los grupos paramilitares siguen con su accionar violento en distintos territorios. Sin ir más lejos, hace pocas horas han asesinado aquí en Colombia a otro sindicalista y a dos de sus hijos menores de edad. En lo que va del año han sido asesinados cerca de 80 líderes sociales en el país y a una veintena de desmovilizados, osea personas que firmaron el acuerdo de paz. Estamos hablando de 100 personas asesinadas en estos pocos meses que llevamos de este año, que se suman a todos los líderes sociales asesinados en los años anteriores”.
Todo este accionar de organizaciones defensoras de los derechos humanos se encuentran con la realidad que sus reclamos y denuncias no son vehiculizadas por las estructuras del estado colombiano que deberían garantizar la vida y la paz en el territorio. Si bien diversos líderes sociales, inclusive en zonas tan conflictivas como lo es la zona de frontera siguen haciendo llegar denuncias y presentando hechos de asesinatos en sus regiones, muchos de estos casos quedan en el anonimato:
“en base a nuestro permanente relacionamiento con líderes sociales nos siguen llegando denuncias, de casos de asesinatos en las “trochas” (pasos fronterizos ilegales) y desde nuestras organizaciones continuamos constatando la baja sensibilidad del Estado con relación a estos temas y esto ha llevado a la insensibilización de buena parte de la población ya que es habitual que se asesinen a líderes sociales, todo lo cual ha motivado a que organizaciones sociales y de defensa de los derechos humanos también hemos enviado cartas pidiendo que no haya una agresión contra el hermano pueblo venezolano, entre otros motivos, todos de peso, es que muchísimos ex combatientes firmantes de la paz en Colombia han migrado a Venezuela. En esta dirección se ha expresado también el Foro Internacional de Víctimas, surgido de los diálogos de paz de La Habana, que dice que se contabilizan importantes contingentes de víctimas del desplazamiento por la guerra interna colombiana que no han podido regresarse y continúan asilados en Venezuela porque sus victimarios siguen en el poder y se daría el caso que muchos de estos connacionales serían potenciales víctimas de un ataque de Colombia sobre Venezuela”.
Todo este panorama ofrece múltiples aristas de aproximación y abordaje para su entendimiento, que siempre es parcial y muchas veces se busca que sea parcializado por diversos medios que responden a intereses belicistas de los centros del poder:
“por lo que es importante invitar a todos quienes habitan este cono sur hermano, a quienes le sugerimos algunos medios de aquí de Colombia; por donde se puedan informar como – Noticias 1 o Prensa Rural – que mantienen permanentemente la denuncia sobre estos crímines que se cometen contra el pueblo colombiano. Entendemos que se torna muy necesario generar una red de apoyo por donde salga toda esta información”.