¿Quiénes son las usuarias y usuarios de la posverdad?

Hace tiempo que la verdad juiciosa de los medios de comunicación social comenzó a presentar problemas, aunque no a problematizarse. Al menos así fue en algunos ámbitos políticos y académicos. Sin embargo, la masificación de los espacios, plataformas y herramientas de divulgación de información abre nuevos problemas.

El auge de la Web 2.0 y las llamadas redes sociales -o esa posibilidad de divulgar cualquier cosa en tiempo real-, ha representado para el ámbito de la información y la comunicación responsable un combate desleal, a destiempo y contra las cuerdas. La verdad no ha muerto. La verdad como ideal utópico de construir horizontes de significado que nombren nuestra experiencia vivida con nuestras propias lentes y categorías, no ha muerto. Pero libra una batalla por su supervivencia, una guerra desigual y despiadada, donde además de estar a la defensiva, pierde en la mayoría de las peleas.

Nuestra verdad no tiene respiro y no puede salir a flote, en el mejor de los casos luchamos por el lugar del día siguiente. La verdad del después, que a nadie le importa, porque además de las dificultades para difundirla y posicionarla, mientras se difunde, ya hay otra mentira -difundida como verdad- que está contaminando el escenario. La ahora famosa: posverdad. Algo así como “circunstancias en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”.

Es una guerra a destiempo. Porque vive del “minuto a minuto”, del “en tiempo real”, es el triunfo de la posmodernidad en el mundo de la información. Es a destiempo, porque la 2.0 ha venido entrenándonos a su ritmo y destreza, nosotros y nosotras, luchadores de la verdad, también somos presa fácil de su dinámica y caemos en la trampa de la posverdad en infinidad de oportunidades. Es decir, todas y todos estamos inmersos en la política informativa de la 2.0, nadie escapa. Y eso nos deja mal paradxs frente a las estrategias y acciones de ofensiva.

Los “honorables” medios de comunicación social utilizan como fuentes la información de la Web 2.0, no por ingenuidad ni por informar, sino porque en la actualidad, se trata de publicar y etiquetar en tiempo real y no de otra cosa. Más publicaciones, más etiquetas, más seguidores, más y rápido. Más y ahora. Información devaluada, le llama Ignacio Ramonet, porque el sistema de medios de internet no necesita información de calidad, sino muchos visitantes.

Es otro hacer comunicación, es irresponsable, ciertamente y podemos lanzar una catarata de valoraciones negativas. Pero en la realidad, esa forma de hacer comunicación es hegemónica, tenemos que aprender a luchar contra ella. Ese frente es urgente, pero igual de necesario es aprender a cabalgar y aliarnos con los usuarios y usuarias, que en tiempos de Web 2.0, de posverdad e información devaluada, se hicieron también protagonistas de este hacer comunicacional. Porque reducirlos a meros zombies manipulados por las redes no solamente no es una lectura adecuada para la militancia de izquierda, sino que es totalmente equivocada y reaccionaria frente a la realidad imperante en la construcción social de significados colectivos.

En este contexto desfavorable, queda preguntarse ¿quiénes son hoy los usuarios y usuarias de la posverdad? Y más relevante aun, ¿quiénes están interesados/as en saber qué pasó después de todo? ¿La dinámica del “minuto a minuto” permite acordarnos de “la verdad”? ¿O cuando aparece ya estamos metidos en otra posverdad? En esta guerra a destiempo, ¿Cómo hacemos para llegar con la verdad y luchar? Es una guerra de imaginarios, conocimientos y sentimientos. Una tarea clave para la dirigencia política y los comunicadores y comunicadoras populares es identificar a esos usuarios que sí quieren y pueden conocer “la verdad”. Otra tarea es el entrenamiento necesario para sobrevivir y superar las contradicciones de esta guerra a destiempo. ¿Será que nosotrxs también tenemos que jugar con la posverdad? ¿Será que también vamos a usar la incertidumbre y la angustia para desmovilizar a los agentes del terrorismo mediático?

Ayelén Correa

correayelen@gmail.com

Abril 2017

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