Cartes y su gobierno han violado reiteradas veces la Constitución Nacional
PARAGUAY | Por Derlis Villagra – Al tiempo de repudiar el acto de terrorismo de Estado perpetrado por el gobierno de Horacio Cartes y exigir juicio y castigo a todos los responsables del asesinato del joven dirigente liberal, pasaré a exponer algunas observaciones sobre la coyuntura política actual.
Lo que esconde el falso purismo jurídico constitucionalista es la intención de proscribir la candidatura de Fernando Lugo e imponer un escenario donde –gane Mario Abdo Benítez, Efraín Alegre, Enrique Riera o Santiago Peña– sus intereses como dueños del país estén salvaguardados y el Nuevo Rumbo del remate de la soberanía nacional siga su trayectoria, pero sin Cartes.
Es preciso llamar la atención sobre la convergencia de sectores retrógrados y autoritarios como la Conferencia Episcopal Paraguaya, la embajada norteamericana, los grupos Vierci y Zucolillo, incluidos algunos sectores progresistas. Los mencionados están aglutinados en una campaña para satanizar la enmienda pasando por alto el dato de que el referéndum es el camino más participativo y legítimo para dirimir diferencias que son propias de una sociedad democrática. Criticar la forma para impugnar el proceso equivale a decir que el autorrechazo del proyecto de enmienda realizado en agosto de 2016 también es nulo porque ambas se dieron por mayorías coyunturales.
Cartes y su gobierno han violado reiteradas veces la Constitución Nacional con la aprobación de las leyes de militarización, de Alianza Público-Privada y concesión de rutas a Tapé Porã con el apoyo de grupos políticos que hoy se alzan y operan como mensajeros del Apocalipsis.
Sacando provecho de la despolitización generalizada y la desmemoria, pretenden responsabilizar a Lugo y al Frente Guasu de la violencia y piromanía de dudoso origen presentada como una ola de “ciudadanos indignados” por las cámaras del Partido Mediático. La misma policía, herencia de la dictadura, fue cómplice y protagonista de la violencia que conmocionó al país.
Acto seguido, siguieron con su amenaza de más violencia “en nombre de la democracia” y emiten desde los medios, y bajo el influjo y dictado de embajadas extranjeras, las directivas sobre qué “hay que hacer”.
En definitiva, presenciamos el despliegue de un show circense en el que titiriteros e ilusionistas pretenden imponer su voluntad al resto de la ciudadanía y, con ese fin, recurren a todos los trucos y pirotecnia a su disposición como lo hicieron durante el golpe del 2012.
En realidad, lo que está sucediendo hoy en paraguay tiene algunos de los siguientes puntos:
1. Se quiebra el boque de poder que saco a Fernando Lugo de la presidencia en el 2012.
2. Cartes encabeza uno de estos bloques – mafia y narcos- y tiene a una fracción del Partido Colorado como brazo político.
3. El otro bloque claramente oligárquico – pero también mafia y narco- encabezado por dueños de medios, ganadero y grandes productores del agro negocio, tienen a una fracción del Partido Colorado y, claramente ahora a una fracción del Partido Liberal, y otros grupos de «centro» e inclusive un grupo q se identifica de izquierda como brazo político.
4. Este segundo bloque construye su hegemonía intentando anular al representante visible del primer grupo, es decir, Cartes.
5. Pero saben q no sólo deben anular a Cartes, deben eliminar cualquier posibilidad que amenace su hegemonía. Deben anular a Cartes, es obvio. Pero sobre todo deben anular y eliminar a otro posible candidato, aquel que si les hará frente y les amenaza con ganar amplia, legítima y popularmente unas elecciones: Fernando Lugo.
6. Es una lucha hegemonica entre sectores de un bloque de poder, homogéneo en el 2012 cuando conspiraron y sacaron a Lugo de la presidencia, pero hoy fracturado, dividido.
7. Así, lo que hoy está en disputa en Paraguay no es la legitimidad o no de una reelección a nivel presidencial. Lo q se coloca es la anulación de un representante de un proyecto hegemonicos (Cartes) y obviamente tambien del sector al cual representa- pero también y fundamentalmente lo que en el 2012 no pudieron hacer: eliminar toda y cualquier posibilidad que sectores populares y sociales recuperen los espacios perdidos -pequeños e insignificantes tal vez- y se retome el proceso truncado en el 2012 encabezado por Fernando Lugo.
8. Es Fernando Lugo el objetivo final, no Cartes.
Esa es la disyuntiva que se presenta hoy en Paraguay.